Cintillo Institucional

El Saber Liberador de Nuestro Pueblo

Responsable: Cooperativa Abrapalabra

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El Colectivo Cultural Abrapalabra, con su propuesta de investigación Comunitaria de Saberes Populares desde la historia, la narración y el cuento: El Saber Liberador de Nuestro Pueblo, muestra algunos contenidos y narraciones como parte del trabajo que hasta ahora ha venido impulsado sobre la re-constitución de los Saberes Populares. La pretensión en sistematizar nuestros Saberes y Técnicas Campesinas a manera de narrativas está en ir buscando modos de dar cuenta de lo que hacemos culturalmente como comunidad. De allí que el Centro Nacional de Desarrollo e Investigación en Tecnologías Libres (CENDITEL) apoya nuestra propuesta, y a su vez une sus esfuerzos desde una de sus línea de investigación impulsada desde allí: La Historia Local. En este pequeño escrito presentamos a vecinas y vecinos de dos parroquias del Municipio Libertador del Estado Mérida, quienes compartieron con nosotras y nosotros parte de sus Saberes y formas de vidas campesinas.

Señora Candelaria Hernández

Comunidad: El Rincón de Lourdes, Parroquia Arias, Municipio Libertador, Estado Mérida.

Saberes: Artesana, construye piezas artesanales con cascarón de plátano.

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La señora Candelaria Hernández nació en el año 1934 en El Arenal, Parroquia Arias del Municipio Libertador del Estado Mérida. Desde hace 40 años se ha dedicado a trabajar con la artesanía tradicional. Es creadora de piezas artesanales hechas especialmente con cascaron de plátano. Tiene el ingenio, la voluntad y la paciencia para trabajar piezas como: nacimientos, santos, próceres venezolanos y otras piezas que le pidan por encargo. Con este trabajo y oficio ha criado a sus tres hijos: Egar, Gledys, y Yudith. Ha enseñado con amor y dedicación a su familia. Una de sus hijas, la señora Yudiht, quien aprendió el oficio, ahora es “la mano derecha” de Doña Candelaria, como popularmente la nombran en su comunidad. Ella, junto con sus tres hijos y algunos nietos vive en estos momentos en El Rincón de Lourdes, sector cercano de El Arenal y aún se dedica a hacer artesanía. Para Doña Candelaria el oficio del cascaron de plátano, desde hace años, se convirtió en su forma de vivir.

Para Doña Candelaria el oficio del cascaron de plátano, desde hace años, se convirtió en su forma de vivir.

Señor Rey Villarreal Andrade

Comunidad: Monterrey, Parroquia Gonzalo Picón Febres, Municipio Libertador, Estado Mérida.

Saberes: Sembrador de hortalizas, en especial el cultivo de la mora.

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El señor Rey Villarreal nació y se crió en el seno de una familia campesina en Timotes, una de los pueblos de nuestro páramo merideño. Con setenta y cinco años de edad vive en Monte Rey, comunidad esencialmente campesina de la parroquia Gonzalo Picón Febres del Municipio Libertador. Nos cuenta el señor Rey que llegó a Monte Rey hace aproximadamente treinta y cinco años. Con la calma y tranquilidad que caracteriza a un paramero conversa de su familia y del trabajo de la agricultura como su única forma de vivir. Desde niño ha trabajado el campo y por ello da cuenta de su vida a través del cuido de la tierra y la siembra como modo de sustento de su familia y tejido de su historia cultural. La siembra de mora, apio, maíz y caraotas engranan en la familia Villarreal no sólo el sustento alimenticio, sino la cohesión cultural que sólo puede ser construida en la práctica, en el esfuerzo, la voluntad del ser campesinos.

Desde niño ha trabajado el campo y por ello da cuenta de su vida a través del cuido de la tierra y la siembra como modo de sustento de su familia y tejido de su historia cultural. La siembra de mora, apio, maíz y caraotas engranan en la familia Villarreal no sólo el sustento alimenticio, sino la cohesión cultural que sólo puede ser construida en la práctica, en el esfuerzo, la voluntad del ser campesinos.

Señor Abundio Peña

Comunidad: El Rincón de Lourdes, sector el Arenal, parroquia Arias del Municipio Libertador, estado Mérida.

Saberes: Historias de la comunidad de Los Nevados.

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El señor Abundio Peña nació en el año 1948 en un pueblo merideño llamado Los Nevados. Allí vivió toda su niñez, su adolescencia y parte de su juventud. Nos cuenta el Sr. Abundio Peña que su padre y madre, nativos de Los Nevados, siempre trabajaron la tierra, sembraban y cosechaban, prácticamente todos los alimentos que necesitaban para comer. En su conversa y su cuento también nos hablaba de cómo nuestras campesinas y campesinos de este mágico pueblo bajaban a Mérida al acostumbrado intercambio de verduras, vegetales y frutas con campesinas y campesinos oriundos de otros pueblos cercanos, quienes se reunían en el antiguo Mercado Campesino donde hoy día tenemos el Centro Cultural Tulio Febres Cordero, en el centro de la ciudad.

En la conversa con Abundio pudimos apreciar aún más el valor y el esfuerzo que constituye nuestra cultura campesina. Decimos el valor porque nos contaba con cierta nostalgia la travesía que hacían los vecinos de Los Nevados en sus mulas, burros y caballos cargados de todo lo que cosechaban en sus tierras, con su mochila de fique, con el avío para comer por el camino y sus alpargatas amarradas en la cintura. Cuenta Abundio que para llegar a Mérida bajando de Los Nevados gastaban más o menos doce horas, pues salían de su pueblo un martes a las 2:00 am, contando con la luz de la luna; sino esperaban hasta el amanecer para iniciar la caminata. La travesía la hacían por detrás de la montaña donde hoy están establecidas las estaciones del Teleférico de Mérida. Bordeando la montaña llegaban a lo que hoy conocemos como El Arenal, comunidad de la parroquia Arias, subían por lo que aún llamamos la Cuesta de Belén y llegaban al Mercado Campesino. Allí llegaban a acomodar su carga, buscarle puesto a sus animales y poder descansar para luego, en la madrugada del siguiente día, comenzar a intercambiar alimentos y productos con agricultores provenientes de otras comunidades. Los alimentos más comunes para intercambiar, por ser los alimentos que más cosechaban en su pueblo, eran el maíz, queso ahumado y cuajada, yuca, apio, cebollín, cilantro y papa. En la mayoría de los casos no había venta de productos sino trueque, intercambio, aunque siempre tenían la necesidad de comprar algunas cosas como sal, sardinas y medicinas.

Los alimentos más comunes para intercambiar, por ser los alimentos que más cosechaban en su pueblo, eran el maíz, queso ahumado y cuajada, yuca, apio, cebollín, cilantro y papa. En la mayoría de los casos no había venta de productos sino trueque, intercambio...

Luego del intercambio y compra de lo más necesario emprendían su camino de nuevo a Los Nevados. En el camino, tanto subiendo como bajando a Mérida, hacían tres paradas en tres posadas distintas que se encontraban en el camino. Lo hacían tanto para descansar como para comer. Al salir de Mérida de nuevo a Los Nevados se devolvían por la Cuesta de Belén, llegaban a lo que hoy es El Arenal, pasaban por El Rincón de Lourdes y luego de un trecho largo se encontraban la primera posada, Los Cinaros. Allí descansaban, comían quienes podían y seguían el camino hasta encontrarse con otra posada: Casa Blanca. Si les era necesario descansar lo hacían, si no continuaban su camino y un poco antes de llegar al pueblo se encontraban con la tercera posada, La Encillada. Estas tres posadas siempre estaban disponibles para refugiar a los nevaderos que bajaban a Mérida cada quince días.

Luego del intercambio y compra de lo más necesario emprendían su camino de nuevo a Los Nevados. En el camino, tanto subiendo como bajando a Mérida, hacían tres paradas en tres posadas distintas que se encontraban en el camino (Los Cinaros, Casa Blanca, La Encillada). Estas tres posadas siempre estaban disponibles para refugiar a los nevaderos que bajaban a Mérida cada quince días.

Conversando con Abundio, nos decía con orgullo y nostalgia que esos fueron los mejores y verdaderos ejemplos de trueque y educación en los que creció, pues los recibió de su madre y su padre, vividos desde su propia experiencia. Desde que tenía nueve años comenzó a acompañar a su padre en la travesía y en todo lo que significaba el arraigo, la voluntad y el esfuerzo de bajar de Los Nevados a Mérida.

Conversando con Abundio, nos decía con orgullo y nostalgia que esos fueron los mejores y verdaderos ejemplos de trueque y educación en los que creció, pues los recibió de su madre y su padre, vividos desde su propia experiencia.

Narrando lo que somos nos con-formamos

Dar cuenta de nuestra vida resulta sencillo si partimos desde la conversa. Para nuestras campesinas y campesinos, por ejemplo, la conversa es el modo de aprender unos con otros. Por ello, cuando visitamos una familia campesina, nos damos cuenta que la palabra tiene una fuerza y un valor practicada, vivida y re-vivida en el hacer cotidiano. No hay otra forma de vivir sino a través de contar lo que hacen desde su ser. Sin embargo, en nuestra contemporaneidad vemos que ya esa forma de dar cuenta de nuestra realidad está cada vez más alejada del modo de ser y de hacernos. En mayor medida, y con mayor agresividad, lo vemos quienes vivimos en las ciudades.

...en nuestra contemporaneidad vemos que ya esa forma de dar cuenta de nuestra realidad está cada vez más alejada del modo de ser y de hacernos.

No vemos como problema fundamental la fragmentación en nuestro vivir citadino. Nos encontramos con que no somos capaces de entender-nos desde un sentido holístico. Nótese cómo se ha hecho normal el separar todo cuanto nos rodea, y resulta que la vida del ser humano no funciona por partes, ni como fotogramas, sino que la complejidad social, la complejidad de vida del ser humano se da en la práctica integrando todos los elementos vitales que lo constituyen. Todos los momentos de la vida estamos siendo y haciéndonos sin que tengamos que ser especialistas en algo, sino que estamos siempre viviendo. Con la vida, con el devenir diario traemos todo cuanto hemos sido y lo que estamos siendo permanentemente. Sin embargo, como hoy día vivimos en un sistema de vida fragmentado de dominación, de desconsideración con el otro y con los otros, lo repetimos y lo reafirmamos cada vez que podemos.

La idea de modernidad impregnada en nosotras y nosotros hoy, cada vez nos empuja a no pensar en lo que somos, sabemos y hacemos. Al contrario, cada vez más asumimos esa visión alienante del sistema neoliberal que bien ha erosionado nuestros propios modos de ser, tanto que el saber desde la objetividad del conocimiento y, por ende el tener, han arropado nuestras vidas. La visión de progreso vivida y padecida en la contemporaneidad, sistemáticamente ha sembrado en nosotras y nosotros esa idea de caminar hacia el desarrollo, sin volver a nuestra historia.

Creemos que en el relato, la narrativa como conversa y como recursividad permanente entre el pasado y el presente, se pudiera cultivar o sembrar para el mañana, como bien dicen nuestros abuelos: Hay que sembrar pa' mañana. Nuestra propuesta está ideada en volver al cuento, re-valorizar la palabra desde la narración que refiera a lo cotidiano.

Creemos que en el relato, la narrativa como conversa y como recursividad permanente entre el pasado y el presente, se pudiera cultivar o sembrar para el mañana, como bien dicen nuestros abuelos: Hay que sembrar pa' mañana. Nuestra propuesta está ideada en volver al cuento, re-valorizar la palabra desde la narración que refiera a lo cotidiano. Creemos en ese nosotros que refiere a lo colectivo, al entendimiento de todos como comunidad, a la comprensión del mundo que se nos presenta como un todo. Re-constituir el cuento para un nosotros, desde las narrativas, procura no ir a investigar a la comunidad y convertir los resultados de dicha investigación en números y estadísticas. Al contrario, cuando pensamos en cultivar el sentido de un nosotros que refiriera a lo cotidiano, nos planteamos la historia de vida como modos de conseguir la forma de darle sentido a todo cuanto somos a través de un proceso de formación, pero no desde la escuela donde siempre ha prevalecido la idea del conocimiento objetivo, sino desde el cuento, donde nuestros campesinos han conservado el ingenio de mantener y sostener su sentido de vida en comunidad como proyecto de vida permanente.

…cuando pensamos en cultivar el sentido de un nosotros que refiriera a lo cotidiano, nos planteamos la historia de vida como modos de conseguir la forma de darle sentido a todo cuanto somos a través de un proceso de formación...

saberes/Proyectoscomunitariosabrapalabra (última edición 2011-09-21 21:20:59 efectuada por mmontilla)