Cintillo Institucional

La Organización Comunitaria como Espacio para la Refundación del "Nosotros" mediante el Conocimiento Libre (En Construcción)

José J. Contreras

Santiago Roca

1 Acercamiento al Problema de la Enajenación del Bien Público

La mitología europea nos cuenta que allá, en el principio de los tiempos, Prometeo robó de los dioses el fuego del conocimiento y lo entregó a los hombres... Siglos más tarde, deberíamos agregar, descendientes de esos hombres le robaron el fuego a nuestros ancestros y, a partir de allí, dependimos del fuego extranjero para iluminarnos... Esta es nuestra historia...

Hace pocos siglos, cuando nos hicimos colonia del Imperio Español, la espada metálica enajenó nuestro saber ancestral. La “verdad" nos fue negada y su propiedad transferida al extranjero. A partir de allí, la propiedad de la verdad se asentó en Madrid y en otras ciudades importantes de la Europa Occidental. La revelación de la verdad nos llegó a través del cura y del funcionario. Sólo nos fue dado el deber de actualizarnos según los cánones foráneos.

Hace poco, algunos hombres modernos nos arengaron por la libertad. A costa de nuestra sangre la obtuvimos... O al menos eso creímos. No entendimos, en aquél momento, que la libertad no significaba, simplemente, independizarnos burocráticamente de Madrid. Solo cambiamos de patrón a copiar; de la Madrid medieval pasamos al París y al Londres modernos, solo eso.

Claro que, para ser honestos, habría que recordar que hombres ilustrados nos advirtieron del error. Quizás nos faltó paladear mejor el “Inventamos o Erramos" de Simón Rodríguez en sus Sociedades Americanas. Quizás. O quizás nos faltó escudriñar más en nuestro origen... Fue allí -paradójicamente en el pleno de nuestra independencia- donde tuvo lugar la segunda colonización: la colonización moderna.

Hace pocas décadas tuvo lugar la tercera, y última, colonización. Lo moderno transmutó en el desarrollo y de París y Londres cambiamos a Nueva York. Del conocimiento científico europeo transmutamos a la tecnología de punta norteamericana; de las luces parisinas a la industria bostoniana.

“Y a la tercera va la vencida"... suele decirse desde los abuelos.

Cuando los colonizadores primeros nos colonizaron ellos no pudieron ir más allá de las ciudades. Allí mismo, a pocas leguas, se encontraban las sociedades cimarronas en las que indios, negros, blancos y pardos se entremezclaban ajenos al poderío colonial. Allí, a las márgenes, se gestaron nuestro color y nuestra sangre. Allí se gestó el saber mestizo que crío las estepas llaneras y sembró los escarpados Andes. Allí mismito germinó el saber mestizo que dominó amorosamente ríos, lagos, mares y selvas y doblegó también al ejército español.

Luego, la modernidad llegó con sus modismos cosmopolitas... Sin embargo, en medio de todo ello, sólo hacía falta alzar la vista para ver a los campesinos ajenos al imperio moderno, allí cerquita en las montañas aledañas y en los mercados. Campesinos que, a las márgenes, innovaban en sus prácticas cotidianas, en el cuidado de los conucos y en la vela de la cosecha. Campesinos que vivían una cosmología que había logrado asimilar sincréticamente el saber indígena, negro y europeo en Uno.

“Pero a la tercera va la vencida" nos repiten los abuelos. Con la industrialización del siglo XX la tecnología doblegó la distancia que, cual fortaleza, protegía a las comunidades marginales de la colonización. Las carreteras primero, luego la radio y la televisión, potenciaron la actualización. Los curas, los maestros y los funcionarios acababan así su labor colonizadora de vieja data. Fue así como en una generación pasamos a ser de un país campesino a uno citadino. Ahora sí, todos bailaríamos, vestiríamos y consumiríamos del modo que lo quería el Imperio. Ahora sí, nos actualizaríamos; ahora sí, seríamos como ellos; ahora sí, culminarían de arrebatarnos nuestro saber único.

El resultado de esta última avanzada fue desolador. No sólo tuvo lugar un proceso de desarraigo de nuestra cultura campesina sino que la búsqueda por implantar una cultura industrial urbana fue un completo fracaso. En consecuencia, a finales del Siglo XX encontramos una Venezuela que no es campesina ni industrial. Se trata así de un pueblo sin cultura, y por ello, de un pueblo que deja de ser pueblo.

Un pueblo sin cultura es una una especie de no pueblo. Es la antítesis del pueblo. Esta situación crea condiciones de imposibilidad que impiden el sostener, mantener y nutrir proyectos trascendentes que, como pueblo, brinden sentido. Es casi imposible, también sostener y mantener una tradición que le brinde sentido a esos proyectos trascendentales. Es casi imposible también el cultivo sistemático de prácticas populares que promuevan la excelencia, la belleza y la justicia. En fin, un no pueblo no tiene capacidad de hacer el bien, porque no existe tal cosa como el sentido de lo bueno.

Se entiende así que el proceso de enajenación que hemos sufrido como pueblo es aquél que ha afectado nuestras posibilidades de concebir y vivir en función del bien público. La cultura a partir de la cual podemos concebirnos como un “nosotros" y a partir de la cual podemos concebir lo “bueno" está gravemente deteriorada. Por ello, es necesario un proceso un poco atípico de atención. Se trata de preparar, abonar y cultivar el suelo cultural en el cual podremos sembrar nuestros quehaceres. Se trata entonces, no tanto de sembrar para cosechar, sino de cuidar e ir preparando ese suelo nuestro a partir del cual podremos sembrar nuestros quehaceres más propios.

Nótese que esto implica un proceso de rebelión fundamental. Debemos revelar la colonización en el modo en que somos, estamos, actuamos y pensamos. A partir de allí podrá tener lugar la rebelión del Saber y la posibilidad de su reconstitución.

2 Conocimiento Libre y Socialismo (SR)

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3 El Desarrollo Endógeno y la Búsqueda por la Conformación de un Pueblo

El Desarrollo Endógeno cobra especial importancia en este contexto aquí presentado. En primer lugar, el concepto es pertinente porque se contrapone a la tendencia globalizadora contemporánea desarraigada que homogeneiza las culturas y las reduce a objetos folclóricos de compra y venta. El desarrollo endógeno por el contrario procura liberar las capacidades endógenas, no con la función principalísima de competir en el mercado sino más bien, para abrir los espacios que posibiliten el despliegue armónico de lo que somos.

El despliegue de lo que somos amerita del cultivo de nuestra cultura a fines de superar su deterioro tras décadas, quizás siglos, de continuo deterioro. Siguiendo las ideas de Fuenmayor (2007), el pueblo venezolano ha sufrido un desolador proceso de enajenación de nuestro bien público. Este proceso de enajenación ha tenido lugar en dos niveles. Uno primero, más superficial, que se ha expresado en la incautación de la riqueza pública venezolana proveniente de la explotación petrolera por parte de una pequeña minoría. Esta incautación ha tenido lugar mediante múltiples procedimientos, en oportunidades ilegales pero no siempre, que han posibilitado que la riqueza petrolera haya terminado siendo acaparada en pocas manos en desmedro de las grandes mayorías empobrecidas.

En el segundo nivel, más profundo, el proceso de enajenamiento ha sido aún más desolador. No se trató solamente del despojo de la riqueza pública sino que se arrasó también con esa tierra cultural común a partir de la cual es posible que sembremos un “nosotros" y, por lo tanto, a partir de la cual es posible quehaya tal cosa como un “bien" que nos es “público". Se trató así de la destrucción del bien público más fundamental que es nuestra cultura y a partir de la cual es posible que haya tal cosa como un “bien" que es considerado por un “nosotros" como “público".

Este proceso de desolación cultural se afianzó en ese ínterin, de unos cincuenta años del Siglo XX, en el que de un pueblo fundamentalmente campesino pasamos a convertirnos en un pueblo mayoritariamente citadino. En este proceso, nuestra población fue desarraigada de su cultura campesina -acendrada en el sincretismo de nuestras herencias española, indígena y africana- para apilarse en el sinfín de cinturones de miseria de las grandes ciudades. Se suponía que toda esta movilización tendría por objetivo convertir al país en una sociedad industrial de acuerdo con los ideales del “desarrollo". Sin embargo, muy lejos quedamos de llegar a convertirnos en una sociedad industrial. Nos convertimos, sí, en una sociedad inculta dejada a la copia según los vaivenes del mercado global1.

Nótese que ante esta desolación peligra la posibilidad misma de un “nosotros". ¿Cómo sería posible un “nosotros" rico en tradición y sentido histórico sin una tierra cultural nutrida en la que nuestras raíces pudiesen penetrar y expandirse? O dicho con otras palabras, ¿Tendría algún significado tal cosa como “nuestro pueblo", “Venezuela", “Mérida" o “mi barrio", sin la tierra cultural a partir de la cual pueden ellas emerger con sentido pletórico?

Y, sin embargo, nótese cómo ante esta carencia de un “nosotros", empieza a aparecer otro “nosotros" de carácter distinto. Se trata de un “nosotros" que surge a partir del devenir en el que hemos fracasado y estamos ausentes. Éste “nosotros" aparece desde el fracaso y la ausencia. Aparece desde el “fracaso" ya que “somos" producto de un devenir que, enraizado desde los tiempos de la Conquista, llega hasta nosotros en el fracaso del proyecto modernizador de convertirnos en sociedad industrial.

Pero aparece también en la ausencia porque ante la desolación cultural que vivimos, y ante el peligro de desvanecerse nuestro “nosotros", aparece con angustia la ausencia del “nosotros". Aparece del modo que lo hace el ser querido ante la inminencia y cercanía de su muerte. Aparece porque ya se nos va, o quizás, porque ya no está. Nos aparece con la agonía de la ausencia del “desaparecido".

A partir de este contexto cobra un especial significado la noción de desarrollo endógeno. La noción de desarrollo dominante ha privilegiado la industrialización en función del crecimiento económico. Aún más, la concepción dominante de desarrollo ha encaminado a todos los pueblos y naciones del mundo en el camino de la industrialización como único y exclusivo camino a seguir. De esta manera, tras los resultados de la Segunda Guerra Mundial, los países del mundo se embarcaron todos en la búsqueda por industrializarse para con ello aumentar su Producto Interno Bruto y así alcanzar a los países desarrollados de Europa y América del Norte.

Sin embargo, podríamos en estos tiempos de postrimería y preludios épocales, apostar por una definición de desarrollo que renuncie al camino único de la industrialización y abra espacios para otros caminos de desenvolvimiento que sean más nuestros. Ochoa y Pilonieta (2006) definen al desarrollo endógeno sustentable como el “despliegue del quehacer social en armonía con su entorno" (p. 24). Nótese que desde esta concepción no vamos a encontrar respuestas sino preguntas. El desarrollo endógeno no es una receta a seguir, tal y como fue conseguido el otrora desarrollo económico. El desarrollo endógeno procura más bien promover espacios para que la pregunta por el qué somos y qué hemos sido aparezcan. Se trata de promover la meditación en la que vaya apareciendo ese “qué queremos ser". Se trata de esta manera, no de ser como ellos sino, de re-crearnos desde nuestros fracasos y desde el peligro de nuestra ausencia.

Se hace patente desde esta perspectiva que la pregunta por el desarrollo endógeno es una pregunta por nuestro sentido. No es una pregunta que encontrará respuestas que podrán ser aplicadas aquí y acullá. No. Se trata de un continuo preguntar en el que el misterio de lo qué somos, hemos sido y debemos ser emergerá siempre de manera incompleta, vulnerable y misteriosa.

Nótese que no se trata del acercamiento de la ciencia normal que domina la concepción de desarrollo industrial. No. No vamos a encontrar teorías de dominación de la naturaleza que podrán aplicarse cual receta en cualquier tiempo y espacio, ceteris paribus. No. Se trata más bien de ir enriqueciendo el sentido de lo que somos, hemos sido y debemos ser desde la particularidad y la localidad en la que moramos para, a partir de allí, trascender hacia la universalidad en la que vamos aprendiendo aprehendiéndonos.

Llama la atención cómo desde ciertos espacios comunitarios empiezan a mostrarse quehaceres que parecieran atender a estas circunstancias. En la próxima sección mostraremos algunos de estos quehaceres de cuidado y cultivo del “nosotros".

4 Las Organizaciones Comunitarias como Espacios de Cuidado y Cultivo del “nosotros”

De nuestra colaboración con organizaciones comunitarias creemos que hemos percibido cuatro tipos de quehaceres que reflejan de buena manera el cuidado y el cultivo del “nosotros" en organizaciones de tipo comunitario. Estos cuatro quehaceres son los relativos al “Atendernos", al “Reconocernos", al “Recrearnos" y al “Auto-Sustentarnos". Veamos un poco más en detalle en qué consisten estos quehaceres.

4.1 Atendernos

El quehacer relacionado al atendernos es el que más ocupa el tiempo de las organizaciones comunitarias, en especial de los Consejos Comunales. Tras las décadas de despojo y enajenación de las riquezas públicas, nuestras comunidades quedaron expoliadas y empobrecidas. Una terrible deuda social es necesaria honrar en función de retribuir lo que en justicia les ha correspondido a las grandes mayorías. Por ello, buena parte del quehacer de nuestras organizaciones comunitarias se dirige a buscar oportunidades para atender necesidades básicas de nuestra población.Se entiende entonces cómo en el caso del Consejo Comunal de “El Campito-Calle Central" de Pueblo Nuevo encontramos que parte importante de su quehacer se dirige a actividades dirigidas a velar por la seguridad social mínima de la comunidad accediendo, por ejemplo, a mercados populares con productos a precios subsidiados o atendiendo las necesidades de atención primaria en el área de salud.

Sin embargo, es importante destacar que encontramos en los voceros de este Consejo Comunal una queja. Ellos saben, muy bien por cierto, que el quehacer de la atención, si bien es necesario y es una cuestión de justicia, no es suficiente para que la comunidad se embarque en el cuestionamiento por su endogeneidad. En consecuencia, estos voceros se quejan de su limitación a una actuación “funcionalista", en la que quedan como si fueran “funcionarios" del Estado, sin promover espacios de trascendencia comunitaria. Surge así el quehacer por reconocer-nos.

4.2 Reconocernos

Ante el proceso impulsivo de migración en el que sufrimos un profundo proceso de desolación cultural vemos respuestas comunitarias que se dirigen a cultivar el “nosotros" a través del re-conocernos. Este re-conocimiento lo hemos visto en dos aspectos fundamentales:

  1. En primer lugar, vemos actividades dirigidas a re-conocernos de acuerdo a nuestras características geográficas. Encontramos, por ejemplo, a la Mancomunidad de Consejos Comunales de “Los Curos" explorando y sistematizando la información de su comunidad construyendo cuadros estadísticos y mapas de su geografía. Y es que, nos hemos enajenado a tal nivel que, no conocemos ni siquiera los espacios y la gente con la que habitamos. No conocemos tampoco cuántos, ni quiénes somos, ni con qué espacios de carácter público contamos. Por ello, es necesario levantar esta información, sistematizarla de manera apropiada y hacerla pública para así posibilitar el re-conocimiento mutuo.

  2. En segundo lugar, encontramos otro tipo de actividades dirigidas al re-conocimiento del nosotros. La Cooperativa Mocanarey por su parte dirige sus actividades a la recopilación de historias locales para la reconstrucción de los ritos religiosos y los cuentos y quehaceres campesinos de la Parroquia Gonzalo Picón Febres del Municipio Libertador -que es una zona en transición entre la Mérida campesina y la Mérida citadina. En ello, Mocanarey busca rescatar ese conocimiento tradicional a partir del cual es posible re-conocernos en esa rescate de la historia a partir de la cual "somos" y que está desapareciendo rápidamente en una población cuyos ancianos son mayoritariamente campesinos y los jóvenes son mayoritariamente citadinos.

Nótese cómo entre los dos tipos de reconocernos empieza a mostrarse tímidamente un "qué somos" y un "qué hemos sido" que indagan por la endogeneidad y que, necesariamente, nos pregunta por nuestra situación actual y el deber ser que nos proyecta.

4.3 Auto-Sustentarnos

Vemos también cómo, desde nuestras comunidades, surgen proyectos alternativos de auto-sustentación que contrastan y se contraponen a los modos de sustento dominantes. Los modos de sustento dominantes se caracterizan por ser espacios parasitarios de la renta petrolera. Sin embargo, en la pequeña exploración que hemos adelantado en nuestra actuación hemos visto dos experiencias alternativas interesantes. Una es la expresada por la Cooperativa Mérida Solar en la que se busca promover la formación para la generación y utilización de energías alternativas y que independicen a las comunidades (al menos en parte) del uso de los modos dominantes de generación y uso de energía provenientes del petróleo y las hidroeléctricas. La otra experiencia revisada es la de la Cooperativa La Chimita del Paramito en la que vemos cómo el uso del conocimiento posibilita otros modos de siembra y cultivo que buscan independizarse de los círculos dominantes de agroquímicos y de distribución de productos agrícolas. En ambos casos, vemos a nuestras comunidades generar y utilizar conocimiento en función de abrir alternativas de auto-sustentación que les brinden una mayor autonomía y que rompan con los modos de dominación actualmente imperantes.

4.4 Recrearnos

La situación de “incultura", resultado de la desolación de nuestra tierra cultural, ha llevado a nuestras comunidades a buscar diversos proyectos dirigidos a la recreación en la formación de sus moradores. Este proceso de formación lo vemos en dos dimensiones:

  1. En primer lugar, vemos espacios de formación con características de escuelas complementarias o alternativas. El caso de la experiencia de los CILEN es ilustrativa de cómo se presentan dinámicas de formación alternativa conjunta que incluso ponen en tela de juicio los modos dominantes de educación “formal" del Estado. Puede verse también un interés similar en el proyecto de la “Casa de Ciencias" del Consejo Comunal de “El Campito-Calle Central" de Pueblo Nuevo en el cual se busca promover un espacio de re-creación de los jóvenes alrededor de actividades de formación informales en la comunidad2.

  2. En segundo lugar, vemos espacios de formación que se establecen alrededor de medios alternativos de comunicación. Por ejemplo, la experiencia del periódico comunitario “Mu-Ku. En Comunidad" de la Mancomunidad de Consejos Comunales de “El Arenal" es reflejo de esta búsqueda por construir comunidad a partir de un espacio de comunicación en el que podamos re-conocernos en comunidad. Asimismo, la experiencia del periódico “Siembra Urbana" y de los proyectos de Rescate de Saberes Comunitarios de la Cooperativa Abrapalabra reflejan esta búsqueda por crear espacios de formación en los que podamos re-conocernos en la historia común de la que provenimos y que hemos olvidado en el proceso de desolación. Por último, la experiencia del proyecto de "Tatuy Televisión Comunitaria" se dirige a crear espacios de formación comunitaria en el re-conocimiento de las estructuras que nos dominan para posibilitar espacios de liberación alrededor de un medio de comunicación alternativo que se enfrente, desde lo local, a los medios de comunicación dominantes homogeneizadores de la globalización.

Vemos en los cuatro quehaceres explorados experiencias que procuran recrear el nosotros. Se hace evidente en esta exploración que los cuatro tipos de quehaceres se necesitan los unos a los otros para activar así el proceso de refundación del nosotros. Sin atender en un mínimo las necesidades más básicas de nuestra comunidad empobrecida no seremos capaces de reconoceros, recrearnos y autosustentarnos. La recreación necesita del reconocimiento y viceversa. La autosustentación, por su parte, posibilita ese quehacer de producción creativa básica que busca alternativas al rentismo en el que nos reconocemos y nos recreamos de modos que hacemos propios. Sin embargo, no vemos en las organizaciones comunitarias aquí presentadas la visión holística que les permita percibir el proceso de refundación del “nosotros" desde una perspectiva holística. Por el contrario, vemos experiencias fragmentadas y disconexas. En la próxima sección presentaremos una propuesta de trabajo que procure superar esta fragmentación para abrir así condiciones de posibilidad para la refundación del “nosotros".

5 Propuesta Metodológica

[ANEXAR]

La propuesta metodológica aquí presentada cuenta de cuatro procesos fundamentales. Ellos son:

El proceso de "atender las necesidades básicas de la comunidad" responde a la urgencia de satisfacer un nivel mínimo de necesidades básicas para poder sí emprender un proceso de transformación hacia el nuevo ser humano de la Mérida Socialista. Obviamente, un ser humano que no ha podido atender, mínimamente, sus carencias biológicas básicas de alimentación, vivienda, salud y vestido no se encontrará en las condiciones mínimas para poder emprender un proceso de transformación hacia el nuevo hombre. Es importante destacar que mediante este proceso se busca mitigar un poco el terrible proceso de enajenación material que ha sufrido el pueblo venezolano desde su conformación y, con particular fuerza, desde la segunda mitad del Siglo XX.

Con respecto al proceso de "atender las necesidades básicas de la comunidad" es necesario considerar al menos dos asuntos de importancia. En primer lugar es importante tener siempre presente que la atención de las necesidades básicas no responde a un asunto de caridad o beneficiencia. No. La atención de las necesidades básicas de la comunidad es un proceso que busca honrar la deuda social producto del continuo y marcado proceso de enajenación de los bienes públicos que hemos sufrido como pueblo venezolano. En segundo lugar, es también necesario tener siempre presente que si bien las actividades de atención de las necesidades básicas pueden consumir mucho tiempo y esfuerzo, es imprescindible trabajar simultáneamente con los procesos de formación y reconocimiento en la administración de proyectos. De otra manera no será posible emprender procesos de liberación verdaderos y se caerá en un continuo y sostenido proceso de dependencia.

Por otra parte, el proceso de "formarnos en comunidad" busca promover la refundación del "nosotros comunitario". Se trata de abrir espacios que busquen cultivar la refundación de nuestro "suelo cultural". Para ello necesitamos emprender procesos que abran condiciones que posibiliten el re-descubrimiento del "nosotros" a partir de la cuenta de lo que somos y cómo llegamos a ser lo que somos. Nótese que nuestras comunidades tradicionales tenían modos de dar cuenta de cómo era que estaban allí a partir de la cuenta de sus mitos. Nosotros, sin embargo, luego del desolador Siglo XX perdimos esos cuentos que daban cuenta de nuestro ser comunitario3.

Nótese que este proceso de formación es uno que deberá enfocarse a construir en conjunto la narrativa a partir de la cual podamos entendernos como seres en contexto. Somos lo que somos a partir de la historia de la que provenimos. Por ello necesitamos, en primer lugar, entendernos como producto de un devenir propio de nuestra cultura surámericana y venezolana para, a partir de allí, construir y dar cuenta de nuestra circunstancia local. Por ello, el proceso de formación deberá activar procesos de re-conocimiento de nuestra localidad desde el contexto venezolano y surámericano. Asimismo, el proceso de formación nos permitirá que la formulación, ejecución y control de proyectos particulares respondan al fin trascendente superior de recreación del "nosotros comunitario" a partir del cual podemos ser.

A partir de lo anterior se hace evidente que es necesario un proceso de "reconocer-nos en comunidad". Se trata aquí de promover actividades dirigidas a conocer nuestra comunidad para reconocernos en ella. Es importante resaltar aquí que esto tiene sentido en dos niveles. Uno primero, más superficial, mediante el cual podemos recopilar y sistematizar datos de nuestra comunidad que nos permita caracterizarla. Es necesario la realización de censos que nos permitan conocer qué tenemos y con qué contamos. Si podemos, además, alimentar esta información con otro tipo de sistemas como los de información geográfica y simulaciones sociales, esto sería de gran ayuda para el reconocimiento de nosotros mismos y para la administración de proyectos comunitarios.

Ahora bien, a un nivel más profundo el proceso de "reconocer-nos en comunidad" amerita de la recopilación y reconstrucción de nuestras historias locales. Se trata de entender cómo ha sido nuestra comunidad para entender cómo llegamos a ser lo que somos. Aquí preguntaremos por los saberes ancestrales, los antiguos quehaceres, los antiguos habitantes, las migraciones, de donde vinieron los que llegaron, cómo vivían en esos otros lugares, cómo nos contaminamos, en qué mitos creían nuestros ancestros, cómo daban cuenta de su mundo, cómo nos contaminan aún las antiguas creencias, cómo contrastan estos modos de vida con nuestros modos actuales, cómo damos cuenta nosotros de nuestro mundo,qué hemos ganado, qué riqueza hemos perdido, etcétera, etcétera, etcétera.

Referencias

Fuenmayor, R. (2007) El Estado Venezolano y la Posibilidad de la Ciencia. Fundacite Mérida. http://www.cenditel.gob.ve/node/422

Mommer, B. (2003). Petróleo Subversivo. Biblioteca Digital de PDVSA. http://www.pdvsa.com/interface.sp/database/fichero/article/524/1.PDF

Ochoa, A. y Pilonieta, C. (2006). El Desarrollo Endógeno Sustentable. Una Aproximación Conceptual. En Aprendiendo en Torno al Desarrollo Endógeno. Editor Alejandro Ochoa. Fundacite Mérida. Mérida. http://www.cenditel.gob.ve/node/417

Notas

  1. Diversos estudios de connotados investigadores venezolanos como Ramsés Fuenmayor, Absdrúbal Baptista, Hernán López Garay, Luis Brito García, entre los más actuales o Ángel Rosenblandt, Mario Briceño Iragorry, Mariano Picón Salas o Tulio Febres Cordero para nombrar a algunos de los de ayer, o Simón Rodríguez para volver hasta inicios del Siglo XIX pueden mostrar particularidades de cómo tuvo lugar este proceso de enajenación del bien público en Venezuela. Particularmente es importante revisar el estudio de Bernard Mommer (2003) en el que se muestra cómo el proceso de incautación tenía lugar en la particularidad de Petróleos de Venezuela S.A. (1)

  2. En el caso de Pueblo Nuevo hay la percepción de que el alto índice de jóvenes que terminan en redes de tráfico de drogas (alrededor de un 15% de los adolescentes) es resultado de la carencia de oportunidades para acceder a actividades de re-creación formadoras. (2)

  3. En la tradición oral que ha recopilado la Cooperativa Mocanarey los viejos moradores de El Valle llaman a este modo de "ser ahí" el "cuidado del puesto". Es decir, nuestros abuelos campesinos se concebían como moradores de un lugar al que se debían y por eso debían cuidar. (3)